¿Qué te parecería si te dijeran que el valor más importante en la sociedad es el respeto hacia las personas y que los valores cívicos no existen sin considerar los valores humanos? El civismo, en realidad, se basa en el respeto mutuo y en valores arraigados en nuestra humanidad. También puedes pensar en la educación cívica como una ciencia social que nos involucra en el desarrollo de nuestra nación, basada en valores inculcados desde casa y fortalecidos a través de nuestra conciencia sobre el mundo y la sociedad que nos rodea, siempre dentro del marco de las leyes.
Sin embargo, para que todo esto funcione, simplemente debemos practicar normas de respeto, comunicación efectiva, participación y colaboración en nuestras familias, escuelas y comunidades. A menudo, la educación cívica se queda en palabras bonitas y conceptos agradables que pocos respetan y aún menos ponen en práctica. Se pierde en el simbolismo de la bandera, el himno y el escudo, y se desvanece en celebraciones patrióticas cuyo significado original, tradiciones y contexto histórico a menudo olvidamos.
¿Quién debería encargarse de enseñar sobre la ciudadanía: la familia, el Estado o la propia persona?
La verdad es que todas estas instituciones y contextos tienen un papel importante que desempeñar. Una persona actúa como ciudadano en todos los lugares que frecuenta, ya sea la escuela, el trabajo, el hogar o el espacio público, y es un error considerar que la educación cívica se limita a escenarios específicos.
La familia desempeña un papel crucial porque establece el primer ejemplo que siguen los niños. Además, los representantes del Estado deben ser ejemplos de respeto hacia las leyes. Es un grave error cuando vemos a la policía abusando de su autoridad o a gobernantes corruptos, ya que estos ejemplos negativos pueden llevar a los niños a faltar al respeto a las normas en busca de beneficios, normalizando patrones de comportamiento perjudiciales.
Los objetivos del civismo son fundamentales para una sociedad justa y equitativa. Todos los individuos deben comprender los principios de ciudadanía y derechos humanos, así como la importancia de la responsabilidad en un Estado. También es esencial entender las relaciones entre el individuo y la comunidad, así como entre los ciudadanos y el gobierno. Conocer las leyes y valorar la diversidad social y cultural son aspectos esenciales de esta educación. Además, es importante inculcar el respeto por las leyes, ya que su cumplimiento beneficia a todos.
A menudo, se confunde la educación cívica con la cultura general, pero en realidad, lo que se necesita es fomentarla. Los jóvenes deben aprender a valorar el orden social, ya que sin él, la sociedad puede caer en un excesivo individualismo. Recordemos que la educación cívica promueve valores colectivos y nos insta a ser buenos ciudadanos en beneficio de la sociedad en su conjunto.
La Importancia de la Educación Cívica: Construyendo Buenas Ciudadanías
Todos deseamos una educación de calidad, y la educación cívica desempeña un papel fundamental en este proceso. Su importancia radica en el conocimiento que proporciona sobre la historia y los derechos, ya que sin este conocimiento, las personas pueden ignorar sus derechos, lo que a su vez socava la democracia. La falta de conocimiento cívico puede dar lugar a una falta de civismo.
Recuperar y valorar la cultura es esencial para el desarrollo social y psicológico de los niños y jóvenes. La educación cívica de hoy va más allá de la memorización de palabras y busca educar para la libertad, la solidaridad y el respeto mutuo entre las personas.
El comportamiento cívico debe basarse en las normas de convivencia pública y en la promoción de valores importantes como la solidaridad y el respeto. Sin embargo, a menudo, los ciudadanos no se comportan como se espera. Esto puede deberse a varias razones, como la falta de comprensión de la historia de la ciudadanía, la delegación exclusiva de la educación cívica a la escuela, la falta de coherencia entre los valores enseñados en la escuela y en el hogar, la percepción errónea de la ciudadanía como un conjunto de normas en lugar de una construcción social, entre otros factores.
Es importante destacar que la educación cívica va más allá de la teoría y se trata de un hábito práctico que se desarrolla desde la infancia. La familia y el entorno del niño desempeñan un papel crucial en la formación de buenos ciudadanos.
En Europa, se observa un mayor civismo en comparación con América Latina. Esto se debe en parte a la claridad de identidad y valores en los Estados europeos, así como a la valoración de la ciudadanía como una virtud. En cambio, en América Latina, a menudo se perciben las obligaciones ciudadanas como una carga, y los derechos no siempre están garantizados.
En resumen, la educación cívica es esencial para construir una sociedad justa y equitativa. Su importancia radica en el conocimiento de los derechos y la responsabilidad cívica, así como en la promoción de valores colectivos. La educación cívica debe fomentarse en todo el mundo, independientemente de su ubicación geográfica, ya que desempeña un papel crucial en la formación de ciudadanos responsables y comprometidos.